Una de las principales preocupaciones que viven actualmente muchos centros educativos es la falta de un clima de convivencia mínimo que se requiere para el desarrollo de las actividades educativas.
Cada día son más frecuentes las faltas de respeto, la trasgresión de normas, indisciplina, agresiones, riñas, insultos, roturas… Estos comportamientos no sólo perjudican el aprendizaje, sino también la convivencia, llegando en ocasiones a derivar en manifestaciones violentas, incluso dentro del contexto escolar.
Esta situación no tiene su origen en muchos casos en el ámbito escolar, pero afloran en la escuela.
Teniendo en cuenta esto, hay que pensar que esa alteración de la convivencia puede generarse en el propio alumno (personalidad) o en el centro (falta e motivación, falta de comunicación y normas claras), pueden ser en el ámbito escolar o pueden ser provocadas por problemas familiares o sociales: la descomposición y desestabilización de la familia, una preocupante y creciente crisis en valores, el incremento de la influencia negativa de los medios de comunicación, comportamientos intolerantes, tendencias marcadas por el consumismo, lacras asociadas al desempleo o la drogadicción. En la actualidad el entorno escolar es más diversificado y heterogéneo, por ello más complejo y conflictivo. Teniendo en cuenta esto, las soluciones que se busquen deben afectar, no sólo al colegio, sino al propio alumno, a la familia y a la sociedad.